Según una investigación del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la Universidad de Educación a Distancia (UNED), la ira no expresada daña la salud, sobre todo en las mujeres.
El estudio, publicado en la revista Psicothema, trabajó con una población de 327 mujeres con una edad promedio de 35,4 años. Se ha llegado a la conclusión de que es mejor expresar la ira porque, aunque en el momento se relacione con un mayor nivel sanguíneo, mayor frecuencia cardiaca, etc., la recuperación de los niveles normales es más rápida que en los casos en que se reprime.
Una de las autoras del trabajo, Ana M. Pérez García, señala que “La represión de la ira hace que esos sentimientos perduren durante mucho más tiempo por lo que, aunque las reacciones no alcancen la misma intensidad, su duración se prolonga, con sus correspondientes alteraciones fisiológicas”.
Enojarse…con límites
Pero Pérez García agrega que “esta expresión del enojo tiene unos límites puesto que verbalizar la ira no significa caer en actos agresivos o violentos”. Lo preferible, pensando en proteger la salud cardiovascular, es controlar el enfado y expresarlo emocionalmente de la manera más favorable que podamos.
La investigadora afirma que “lo malo no es enfadarse ante un motivo importante para el individuo o frente a situaciones donde la mayoría de las personas reaccionarían de forma similar (…), el problema está cuando uno se enoja demasiado y ante demasiadas cosas, especialmente si la mayor parte de las personas, ante esos mismos hechos, no muestra ira o no con tanta intensidad”.
Según los investigadores lo ideal es evaluar positivamente el problema, distraerse, recurrir al sentido del humor y hacer ejercicio físico.
El estudio, publicado en la revista Psicothema, trabajó con una población de 327 mujeres con una edad promedio de 35,4 años. Se ha llegado a la conclusión de que es mejor expresar la ira porque, aunque en el momento se relacione con un mayor nivel sanguíneo, mayor frecuencia cardiaca, etc., la recuperación de los niveles normales es más rápida que en los casos en que se reprime.
Una de las autoras del trabajo, Ana M. Pérez García, señala que “La represión de la ira hace que esos sentimientos perduren durante mucho más tiempo por lo que, aunque las reacciones no alcancen la misma intensidad, su duración se prolonga, con sus correspondientes alteraciones fisiológicas”.
Enojarse…con límites
Pero Pérez García agrega que “esta expresión del enojo tiene unos límites puesto que verbalizar la ira no significa caer en actos agresivos o violentos”. Lo preferible, pensando en proteger la salud cardiovascular, es controlar el enfado y expresarlo emocionalmente de la manera más favorable que podamos.
La investigadora afirma que “lo malo no es enfadarse ante un motivo importante para el individuo o frente a situaciones donde la mayoría de las personas reaccionarían de forma similar (…), el problema está cuando uno se enoja demasiado y ante demasiadas cosas, especialmente si la mayor parte de las personas, ante esos mismos hechos, no muestra ira o no con tanta intensidad”.
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