A pesar de la auténtica obsesión por las dietas, los gimnasios y los múltiples métodos para adelgazar que se extienden por el mundo, la mayor parte de los médicos, entrenadores y expertos en nutrición se ven incapaces de responder a una simple pregunta: ¿Dónde va la grasa cuando perdemos peso? Muchos de ellos, además, tienen la firme creencia de que la masa corporal perdida se convierte en calor o energía.
Pero se equivocan, tal y como demuestra un estudio, el primero de este tipo, llevado a cabo en la Escuela de Biotecnología y Ciencias Biomoleculares de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, y recién publicado en la revista British Medical Journal.
En palabras de Andrew Brown, director de esa institución, "existe una sorprendente ignorancia y confusión sobre los procesos metabólicos implicados en la pérdida de peso".
¿Dónde va, entonces, la grasa que perdemos? "La respuesta correcta -explica Ruben Meerman, que ha dirigido la investigación- es que la mayor parte de la masa perdida es expirada en forma de dióxido de carbono. Es decir, que se pierde en el aire".
En su investigación, los investigadores demuestran que perder 10 kg. de grasa requiere la inhalación de 29 kg. de oxígeno, y que el proceso metabólico completo produce hasta 28 kg. de dióxido de carbono y 11 kg. de agua.
Una experiencia personal
Meerman, que es físico de profesión, decidió llevar a cabo esta investigación inspirándose en una experiencia personal. "En el año 2013 -explica- perdí 15 kg. y, sencillamente, quería saber dónde habían ido. Los resultados me dejaron boquiabierto".
"Estamos en medio de una crisis mundial de obesidad -continúa el investigador- y todos deberíamos saber responder a la sencilla pregunta de dónde va la grasa perdida. Pero no fue hasta que mostré mis cálculos a Andrew Brown cuando ambos nos dimos cuenta de lo mal que se ha abordado esta cuestión hasta ahora".
Brown, que es coautor de la investigación, afirma por su parte que la novedad de este trabajo sobre la bioquímica de la pérdida de peso consiste "en rastrear cada uno de los átomos de la grasa perdida y, hasta donde tengo conocimiento, estos resultados son completamente nuevos en este campo. Meerman ha dado con un 'agujero negro' totalmente inesperado en la comprensión de la pérdida de peso, tanto por parte del público como de los profesionales de la salud".
¿Adelgazo si respiro más?
Pero veamos. Según los investigadores, si seguimos, átomo a átomo, el destino de 10 kg. de grasa perdida, resulta que 8,4 kg. son exhalados en forma de dióxido de carbono a través de los pulmones. El resto, 1,6 kg., se convierten en agua, que abandona el cuerpo a través de la orina, las heces, el sudor, las lágrimas y otros fluidos corporales.
"Nada de todo esto resulta obvio para la gente -explica Meerman- porque el dióxido de carbono que exhalamos es un gas invisible". Pero ese desconocimiento se extiende también a los profesionales. De hecho, más de la mitad de los 150 médicos, dietólogos y entrenadores personales encuestados sobre el tema pensaban que las grasas perdidas se convertían en calor o energía.
Algo que para Meerman no es posible porque "se violaría la Ley de Conservación de la Masa. Creemos que ese concepto erróneo tiene que ver con los 'mantras' sobre la energía que rodean todo lo relacionado con la pérdida de peso".
Algunos de los encuestados llegaron incluso a decir que los metabolitos de la grasa se excretaban a través de las heces o se convertían en músculo. "Los conceptos erróneos que hemos ido encontrando - reza el artículo de British Medical Journal- revelan un sorprendente desconocimiento de los aspectos básicos del funcionamiento del cuerpo humano".
Una de las dudas más frecuentes identificadas por Meerman y Brown fue sobre si es cierto que sólo con respirar más se puede perder peso. Y la respuesta es que no. Respirar más de lo que demanda el metabolismo de una persona solo conduce a episodios de hiperventilación, mareo e incluso pérdida del conocimiento.
Pero se equivocan, tal y como demuestra un estudio, el primero de este tipo, llevado a cabo en la Escuela de Biotecnología y Ciencias Biomoleculares de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, y recién publicado en la revista British Medical Journal.
En palabras de Andrew Brown, director de esa institución, "existe una sorprendente ignorancia y confusión sobre los procesos metabólicos implicados en la pérdida de peso".
¿Dónde va, entonces, la grasa que perdemos? "La respuesta correcta -explica Ruben Meerman, que ha dirigido la investigación- es que la mayor parte de la masa perdida es expirada en forma de dióxido de carbono. Es decir, que se pierde en el aire".
En su investigación, los investigadores demuestran que perder 10 kg. de grasa requiere la inhalación de 29 kg. de oxígeno, y que el proceso metabólico completo produce hasta 28 kg. de dióxido de carbono y 11 kg. de agua.
Una experiencia personal
Meerman, que es físico de profesión, decidió llevar a cabo esta investigación inspirándose en una experiencia personal. "En el año 2013 -explica- perdí 15 kg. y, sencillamente, quería saber dónde habían ido. Los resultados me dejaron boquiabierto".
"Estamos en medio de una crisis mundial de obesidad -continúa el investigador- y todos deberíamos saber responder a la sencilla pregunta de dónde va la grasa perdida. Pero no fue hasta que mostré mis cálculos a Andrew Brown cuando ambos nos dimos cuenta de lo mal que se ha abordado esta cuestión hasta ahora".
Brown, que es coautor de la investigación, afirma por su parte que la novedad de este trabajo sobre la bioquímica de la pérdida de peso consiste "en rastrear cada uno de los átomos de la grasa perdida y, hasta donde tengo conocimiento, estos resultados son completamente nuevos en este campo. Meerman ha dado con un 'agujero negro' totalmente inesperado en la comprensión de la pérdida de peso, tanto por parte del público como de los profesionales de la salud".
¿Adelgazo si respiro más?
Pero veamos. Según los investigadores, si seguimos, átomo a átomo, el destino de 10 kg. de grasa perdida, resulta que 8,4 kg. son exhalados en forma de dióxido de carbono a través de los pulmones. El resto, 1,6 kg., se convierten en agua, que abandona el cuerpo a través de la orina, las heces, el sudor, las lágrimas y otros fluidos corporales.
"Nada de todo esto resulta obvio para la gente -explica Meerman- porque el dióxido de carbono que exhalamos es un gas invisible". Pero ese desconocimiento se extiende también a los profesionales. De hecho, más de la mitad de los 150 médicos, dietólogos y entrenadores personales encuestados sobre el tema pensaban que las grasas perdidas se convertían en calor o energía.
Algo que para Meerman no es posible porque "se violaría la Ley de Conservación de la Masa. Creemos que ese concepto erróneo tiene que ver con los 'mantras' sobre la energía que rodean todo lo relacionado con la pérdida de peso".
Algunos de los encuestados llegaron incluso a decir que los metabolitos de la grasa se excretaban a través de las heces o se convertían en músculo. "Los conceptos erróneos que hemos ido encontrando - reza el artículo de British Medical Journal- revelan un sorprendente desconocimiento de los aspectos básicos del funcionamiento del cuerpo humano".
Una de las dudas más frecuentes identificadas por Meerman y Brown fue sobre si es cierto que sólo con respirar más se puede perder peso. Y la respuesta es que no. Respirar más de lo que demanda el metabolismo de una persona solo conduce a episodios de hiperventilación, mareo e incluso pérdida del conocimiento.
Foto Archivo |
La segunda duda más frecuente fue sobre si el proceso de pérdida de peso puede contribuir al calentamiento global. "Lo cual -explica Meerman- revela un preocupante desconocimiento sobre el calentamiento, cuya causa es la liberación de antiguos átomos de carbono atrapados en el subsuelo en los cuerpos de organismos fosilizados. Los átomos de carbono que exhalan los seres humanos simplemente regresan a la atmósfera tras apenas unos meses, o unos años, atrapados en los alimentos fabricados a partir de una planta".
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