Dejar de sentir olores predice la muerte en cinco años: el sentido del olfato sirve de referente para el estado general del cuerpo o como marcador de la exposición a toxinas ambientales, según especialistas de la Universidad de Chicago (EE.UU.).
La pérdida del sentido del olfato no es causa de muerte como tal, pero predice fallecimiento con mayor precisión que un diagnóstico de cáncer, insuficiencia cardiaca o enfermedad pulmonar. Un grupo de especialistas estadounidenses presidido por Jayant Pinto llegó a tal conclusión al investigar a unos 3.000 voluntarios de entre 57 y 85 años de edad, según detallan en un artículo publicado en la revista 'PLOS ONE'.
Entre los años 2005 y 2006 los médicos sometieron a los participantes del experimento a una simple prueba: les pidieron identificar cinco olores simples: rosa, cuero, pescado, naranja y menta. El número de olores mal identificados sirvió de marcador del nivel de la gravedad de la pérdida del olfato. Cinco años después, los investigadores buscaron a tantos participantes del primer experimento como pudieron y les pidieron repetir la prueba.
Durante el período de cinco años transcurrido entre las dos pruebas, 430 de los voluntarios originales murieron. Del total, un 39% había fallado el primer experimento, un 19% había mostrado una pérdida moderada del olfato y solo un 10% había pasado la prueba exitosamente. En otras palabras, aquellos voluntarios que fallaron en la primera prueba tenían una probabilidad cuatro veces más alta de morir en los cinco años posteriores que aquellos que habían identificado los cinco olores bien. La tendencia siguió siendo la misma cuando los científicos tomaron en consideración los factores que suelen influir en el olfato: la raza, el sexo, salud mental y el nivel socioeconómico.
Los médicos estadounidenses han formulado incluso una explicación científica a sus conclusiones. Según deducen, la nariz puede pronosticar eficazmente la muerte debido a lo que la punta del nervio olfativo no solo contiene los receptores del olor sino también es la única parte del sistema nervioso humano continuamente regenerada por las células madre. La aparición de las nuevas células se reduce con edad, lo que desemboca en la disminución gradual de la capacidad de percibir e identificar olores. Una disfunción olfativa indica que el cuerpo está entrando en un estado de deterioro y ya no es capaz de repararse a sí mismo. El nervio olfativo, además, es la única parte del sistema nervioso que se expone al aire libre: ofrece a los venenos y agentes patógenos una vía rápida hacia el cerebro, con lo cual perder el olfato sería una alerta temprana de algo que finalmente acabará causando la muerte.
Con todo, Pinto y sus compañeros de investigación no han examinado las causas exactas de la muerte de sus voluntarios y tampoco pronostican si la gente joven mostraría los mismos resultados sometida a las mismas pruebas.
La pérdida del sentido del olfato no es causa de muerte como tal, pero predice fallecimiento con mayor precisión que un diagnóstico de cáncer, insuficiencia cardiaca o enfermedad pulmonar. Un grupo de especialistas estadounidenses presidido por Jayant Pinto llegó a tal conclusión al investigar a unos 3.000 voluntarios de entre 57 y 85 años de edad, según detallan en un artículo publicado en la revista 'PLOS ONE'.
Entre los años 2005 y 2006 los médicos sometieron a los participantes del experimento a una simple prueba: les pidieron identificar cinco olores simples: rosa, cuero, pescado, naranja y menta. El número de olores mal identificados sirvió de marcador del nivel de la gravedad de la pérdida del olfato. Cinco años después, los investigadores buscaron a tantos participantes del primer experimento como pudieron y les pidieron repetir la prueba.
Durante el período de cinco años transcurrido entre las dos pruebas, 430 de los voluntarios originales murieron. Del total, un 39% había fallado el primer experimento, un 19% había mostrado una pérdida moderada del olfato y solo un 10% había pasado la prueba exitosamente. En otras palabras, aquellos voluntarios que fallaron en la primera prueba tenían una probabilidad cuatro veces más alta de morir en los cinco años posteriores que aquellos que habían identificado los cinco olores bien. La tendencia siguió siendo la misma cuando los científicos tomaron en consideración los factores que suelen influir en el olfato: la raza, el sexo, salud mental y el nivel socioeconómico.
Los médicos estadounidenses han formulado incluso una explicación científica a sus conclusiones. Según deducen, la nariz puede pronosticar eficazmente la muerte debido a lo que la punta del nervio olfativo no solo contiene los receptores del olor sino también es la única parte del sistema nervioso humano continuamente regenerada por las células madre. La aparición de las nuevas células se reduce con edad, lo que desemboca en la disminución gradual de la capacidad de percibir e identificar olores. Una disfunción olfativa indica que el cuerpo está entrando en un estado de deterioro y ya no es capaz de repararse a sí mismo. El nervio olfativo, además, es la única parte del sistema nervioso que se expone al aire libre: ofrece a los venenos y agentes patógenos una vía rápida hacia el cerebro, con lo cual perder el olfato sería una alerta temprana de algo que finalmente acabará causando la muerte.
Con todo, Pinto y sus compañeros de investigación no han examinado las causas exactas de la muerte de sus voluntarios y tampoco pronostican si la gente joven mostraría los mismos resultados sometida a las mismas pruebas.
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