Hay que decir que entre quienes comparten fotos sugestivas o íntimas convergen, de acuerdo con expertos, en conductas que van desde el exhibicionismo hasta la necesidad de llenar vacíos emocionales. Para Luis Fernando Orduz, presidente de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, todo ser humano tiene en el fondo deseos de carácter exhibicionista.
“Algunos -asegura Orduz- pueden hacerlo mostrando las partes de su cuerpo, y otros, aspectos intelectuales o artísticos. Todos tenemos un ego y un componente narcisista que nos lleva a dejar en evidencia algo que nos haga más atractivos”.
Según el especialista, este rasgo difiere de la necesidad de aprobación, porque las personas que piensan más en ese factor suelen inhibirse en vez de mostrar, calculando muy bien el impacto que generan sus actos en los demás.
Sandra Herrera, psicóloga de la Universidad de la Sabana, cree que el afán de algunos por destaparse excesivamente obedece estrictamente a necesidades psicológicas histriónicas de aceptación, no ajena sino propia.
“Son personas -señala Herrera- que siempre quieren ser protagonistas, y cuando se les acaban los recursos, encuentran otras formas de llamar la atención, sin importar lo que tengan que hacer”.
No puede descartarse, sin embargo, que este tipo de selfies generen satisfacción en sus protagonistas.
Nubia Esperanza Torres Calderón, psicoanalista, magíster en Psicología Comunitaria y profesora asociada de la Universidad Javeriana, explica que “mirar, ser visto, ser reconocido, amado, admirado, ver, tocar, sentir, y mucho más, son sensaciones o experiencias que producen placer“.
De acuerdo con la docente, todos los seres humanos tienen necesidades de este tipo y las formas de encontrar alivio o satisfacción son muchas. El imperativo es que cada quien quiere que sus consideradas cualidades sean vistas y admiradas.
Para esta especialista, “con la circulación de las imágenes propias en redes sociales (incluso si esto ocurre de manera accidental, como en el caso de hackeo’ en iCloud) no puede afirmarse nada que sea totalmente definitivo. Sin embargo, resulta llamativo el hecho de que lo privado ya no lo es más. Lo que aparece es una exposición sin límite y sin conciencia de los riesgos o efectos de la misma. No logran diferenciar entre lo público y lo privado”.
“Algunos -asegura Orduz- pueden hacerlo mostrando las partes de su cuerpo, y otros, aspectos intelectuales o artísticos. Todos tenemos un ego y un componente narcisista que nos lleva a dejar en evidencia algo que nos haga más atractivos”.
Según el especialista, este rasgo difiere de la necesidad de aprobación, porque las personas que piensan más en ese factor suelen inhibirse en vez de mostrar, calculando muy bien el impacto que generan sus actos en los demás.
Sandra Herrera, psicóloga de la Universidad de la Sabana, cree que el afán de algunos por destaparse excesivamente obedece estrictamente a necesidades psicológicas histriónicas de aceptación, no ajena sino propia.
“Son personas -señala Herrera- que siempre quieren ser protagonistas, y cuando se les acaban los recursos, encuentran otras formas de llamar la atención, sin importar lo que tengan que hacer”.
No puede descartarse, sin embargo, que este tipo de selfies generen satisfacción en sus protagonistas.
Nubia Esperanza Torres Calderón, psicoanalista, magíster en Psicología Comunitaria y profesora asociada de la Universidad Javeriana, explica que “mirar, ser visto, ser reconocido, amado, admirado, ver, tocar, sentir, y mucho más, son sensaciones o experiencias que producen placer“.
De acuerdo con la docente, todos los seres humanos tienen necesidades de este tipo y las formas de encontrar alivio o satisfacción son muchas. El imperativo es que cada quien quiere que sus consideradas cualidades sean vistas y admiradas.
Para esta especialista, “con la circulación de las imágenes propias en redes sociales (incluso si esto ocurre de manera accidental, como en el caso de hackeo’ en iCloud) no puede afirmarse nada que sea totalmente definitivo. Sin embargo, resulta llamativo el hecho de que lo privado ya no lo es más. Lo que aparece es una exposición sin límite y sin conciencia de los riesgos o efectos de la misma. No logran diferenciar entre lo público y lo privado”.
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