Las transnacionales contarán con sus propios ejércitos, criminales y terroristas obtendrán acceso a los cada vez más baratos aviones no tripulados y satélites espaciales, y se crearán insectos de diseño para propagar enfermedades mortíferas.
Son algunas de las predicciones de un centro de estudios del Ministerio de Defensa británico que explora las potenciales amenazas a la seguridad que podrían aparecer a mediados de este siglo.
El informe 'Global Strategic Trends – Out to 2045', citado por 'The Guardian', está basado en el análisis de las tendencias existentes en el ámbito de tecnologías, los efectos del cambio climático, la urbanización y la gestión de los recursos naturales, en particular el agua.
Según el documento, para el 2045 la población terrestre podría llegar a los 10.400 millones de personas, el 70% de las cuales habitarán en las zonas urbanas.
Cerca de 3.900 millones de personas sufrirán la carencia de reservas de agua potable.
Es muy probable que la amenaza terrorista permanezca en Oriente Medio y África del Norte, mientras que la expansión de monedas alternativas podría facilitar la transferencia de fondos entre jurisdicciones nacionales por grupos terroristas.
Al mismo tiempo la presión de la globalización impedirá que los países actúen de manera individual, algo que podría reducir el riesgo de conflictos.
Entre las armas del futuro figurarán láseres de largo alcance capaces de producir un rayo de energía electromagnética o radiación atómica que destruirán equipos e infraestructura o hacer daño no letal a los humanos.
"Dado que el coste de la secuenciación del ADN irá cayendo, dar con un individuo como objetivo a partir de su ADN será posible para el 2045", reza el estudio.
El informe también augura el desarrollo de guerras medioambientales, en las que las enfermedades de cultivos y de humanos se divulgarán mediante nuevos insectos o híbridos de insecto y máquina.
Con la puesta en órbita de una gran cantidad de satélites pequeños, conocidos como 'CubeSats', las organizaciones criminales podrían contratar una proporción de carga útil de cohetes espaciales operados por compañías privadas.
"Así podrían lanzar sus propios satélites de vigilancia, amenazando potencialmente la privacidad de individuos y/o corporaciones", se destaca en el informe.
Son algunas de las predicciones de un centro de estudios del Ministerio de Defensa británico que explora las potenciales amenazas a la seguridad que podrían aparecer a mediados de este siglo.
El informe 'Global Strategic Trends – Out to 2045', citado por 'The Guardian', está basado en el análisis de las tendencias existentes en el ámbito de tecnologías, los efectos del cambio climático, la urbanización y la gestión de los recursos naturales, en particular el agua.
Según el documento, para el 2045 la población terrestre podría llegar a los 10.400 millones de personas, el 70% de las cuales habitarán en las zonas urbanas.
Cerca de 3.900 millones de personas sufrirán la carencia de reservas de agua potable.
Es muy probable que la amenaza terrorista permanezca en Oriente Medio y África del Norte, mientras que la expansión de monedas alternativas podría facilitar la transferencia de fondos entre jurisdicciones nacionales por grupos terroristas.
Al mismo tiempo la presión de la globalización impedirá que los países actúen de manera individual, algo que podría reducir el riesgo de conflictos.
Entre las armas del futuro figurarán láseres de largo alcance capaces de producir un rayo de energía electromagnética o radiación atómica que destruirán equipos e infraestructura o hacer daño no letal a los humanos.
"Dado que el coste de la secuenciación del ADN irá cayendo, dar con un individuo como objetivo a partir de su ADN será posible para el 2045", reza el estudio.
El informe también augura el desarrollo de guerras medioambientales, en las que las enfermedades de cultivos y de humanos se divulgarán mediante nuevos insectos o híbridos de insecto y máquina.
Con la puesta en órbita de una gran cantidad de satélites pequeños, conocidos como 'CubeSats', las organizaciones criminales podrían contratar una proporción de carga útil de cohetes espaciales operados por compañías privadas.
"Así podrían lanzar sus propios satélites de vigilancia, amenazando potencialmente la privacidad de individuos y/o corporaciones", se destaca en el informe.