Por medio siglo los científicos han estado intrigados respecto del origen de un extraño sonido captado en las profundidades del mar antártico. Ahora investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EU, NOAA, aseguran haber resuelto el misterio.
Según indican en un estudio publicado en la revista Biology Letters, su fuente serían las ballenas minke antárticas ( Balaenoptera bonaerensis ), las mismas que cazaban los japoneses hasta que hace poco la Corte de La Haya se los prohibió.
Parecido al graznido de un pato (en inglés se conoce como “bio-duck”), se trata de una serie de pulsos con una interrupción de 3,1 segundos entre cada uno. Recientemente, los científicos descubrieron que se repite cada invierno y cada primavera simultáneamente, en el este del mar de Weddell (Antártica) y en Australia occidental.
Fue detectado por primera vez por los sonares de los submarinos atómicos durante los años 60 y es frecuentemente captado por hidrófonos instalados debajo del hielo antártico.
El sonido, de muy baja frecuencia, era tan regular que muchos dudaban que se tratara de una criatura viviente y se llegó a especular que se trataba de una tecnología militar avanzada instalada en fondo del mar. Pero con el tiempo se retomó la idea de una fuente natural.
El año pasado los científicos del NOAA colocaron sensores que captan datos acústicos en el cuerpo de dos ballenas minke en el área de bahía Guillermina, al oeste de la península antártica.
Uno de los sensores grabó durante 18 horas y el otro poco menos de la mitad del tiempo. Las ballenas marcadas viajaron en grupos de cinco a 40 cetáceos y se alimentaban constantemente.
Durante ese período los sensores registraron 32 llamadas claras, que los investigadores vincularon en forma concluyente con el misterioso sonido.
Al menos 26 de las llamadas ocurrieron cuando estaban cerca de la superficie y decidían bucear para buscar comida.
Fuente: El Universal
Según indican en un estudio publicado en la revista Biology Letters, su fuente serían las ballenas minke antárticas ( Balaenoptera bonaerensis ), las mismas que cazaban los japoneses hasta que hace poco la Corte de La Haya se los prohibió.
Parecido al graznido de un pato (en inglés se conoce como “bio-duck”), se trata de una serie de pulsos con una interrupción de 3,1 segundos entre cada uno. Recientemente, los científicos descubrieron que se repite cada invierno y cada primavera simultáneamente, en el este del mar de Weddell (Antártica) y en Australia occidental.
Fue detectado por primera vez por los sonares de los submarinos atómicos durante los años 60 y es frecuentemente captado por hidrófonos instalados debajo del hielo antártico.
El sonido, de muy baja frecuencia, era tan regular que muchos dudaban que se tratara de una criatura viviente y se llegó a especular que se trataba de una tecnología militar avanzada instalada en fondo del mar. Pero con el tiempo se retomó la idea de una fuente natural.
El año pasado los científicos del NOAA colocaron sensores que captan datos acústicos en el cuerpo de dos ballenas minke en el área de bahía Guillermina, al oeste de la península antártica.
Uno de los sensores grabó durante 18 horas y el otro poco menos de la mitad del tiempo. Las ballenas marcadas viajaron en grupos de cinco a 40 cetáceos y se alimentaban constantemente.
Durante ese período los sensores registraron 32 llamadas claras, que los investigadores vincularon en forma concluyente con el misterioso sonido.
Al menos 26 de las llamadas ocurrieron cuando estaban cerca de la superficie y decidían bucear para buscar comida.
Fuente: El Universal