Científicos han logrado descubrir cómo actúa el parásito que causa la amebiasis, una enfermedad que contagia a unos 50 millones de personas y mata hasta a 100.000 personas al año, la mayoría niños en países en desarrollo.
El mecanismo de funcionamiento de la ameba Entamoeba histolytica, una de las causas más importantes de la diarrea fatal o amebiasis, consiste en que se come vivas a las células del intestino, según acaban de hallar científicos de la Universidad de Virginia en Charlottesville y del Instituto Pasteur de París.
"Hemos descubierto que la ameba se come a bocados las células infectadas. Este mecanismo permaneció desconocido hasta hace poco, y yo no creía que pudiera existir en la naturaleza", explica el coautor del estudio, publicado en la revista 'Nature', William Petri de la Universidad de Virginia, que lleva ya 20 años estudiando dicha ameba.
Para llevar a cabo el estudio, Petri y la otra autora del estudio, Katherine Ralston, decidieron llevar a cabo una microscopía basada en nueva tecnología y seguir los movimientos de las células. Para esto primero marcaron células humanas con una sustancia fluorescente que permite seguir su movimiento usando un microscopio y después las pusieron en contacto con las amebas.
Bajo el microscopio se vio cómo empezaban a aparecer pequeños trocitos fluorescentes en el interior de las amebas, es decir, estaban comiéndose vivas a las células sanas. Luego de morder una célula, la ameba pasa a otra y a medida que lo hace el parásito se vuelve cada vez más insaciable, lo que le permite llegar hasta las capas de tejido más interiores.
Haber descubierto este mecanismo abre la vía hacia una vacuna, que impediría que las amebas puedan morder a las células sanas, explica Petri. Los científicos suponen que el parásito se transforma de alguna manera, se conecta con las células mediante su lectina, una enzima de la ameba, y luego mata el tejido vivo. Un posible método de tratamiento puede ser un aturdidor de la ameba que no le permita morder las células, así como una modificación genética que bloquee la producción de la lectina. Prevenir la diarrea salvaría la vida de más de 760.000 niños al año, según datos de la OMS.
El mecanismo de funcionamiento de la ameba Entamoeba histolytica, una de las causas más importantes de la diarrea fatal o amebiasis, consiste en que se come vivas a las células del intestino, según acaban de hallar científicos de la Universidad de Virginia en Charlottesville y del Instituto Pasteur de París.
"Hemos descubierto que la ameba se come a bocados las células infectadas. Este mecanismo permaneció desconocido hasta hace poco, y yo no creía que pudiera existir en la naturaleza", explica el coautor del estudio, publicado en la revista 'Nature', William Petri de la Universidad de Virginia, que lleva ya 20 años estudiando dicha ameba.
Para llevar a cabo el estudio, Petri y la otra autora del estudio, Katherine Ralston, decidieron llevar a cabo una microscopía basada en nueva tecnología y seguir los movimientos de las células. Para esto primero marcaron células humanas con una sustancia fluorescente que permite seguir su movimiento usando un microscopio y después las pusieron en contacto con las amebas.
Bajo el microscopio se vio cómo empezaban a aparecer pequeños trocitos fluorescentes en el interior de las amebas, es decir, estaban comiéndose vivas a las células sanas. Luego de morder una célula, la ameba pasa a otra y a medida que lo hace el parásito se vuelve cada vez más insaciable, lo que le permite llegar hasta las capas de tejido más interiores.
Haber descubierto este mecanismo abre la vía hacia una vacuna, que impediría que las amebas puedan morder a las células sanas, explica Petri. Los científicos suponen que el parásito se transforma de alguna manera, se conecta con las células mediante su lectina, una enzima de la ameba, y luego mata el tejido vivo. Un posible método de tratamiento puede ser un aturdidor de la ameba que no le permita morder las células, así como una modificación genética que bloquee la producción de la lectina. Prevenir la diarrea salvaría la vida de más de 760.000 niños al año, según datos de la OMS.