Win Zaw Oo, un hombre de 2,33 metros de altura, el más alto de Birmania, regresó el jueves a su país tras una operación en Singapur para extirparle un tumor en el cerebro responsable de su crecimiento.
“Ahora todo va bien en mi cuerpo”, declaró el “Gran Zaw”, como le llaman sus amigos, el jueves a su llegada a Rangún.
El joven, al que sólo le separan 25 centímetros del hombre más alto del mundo (2,51 m), declaró que únicamente tenía un problema en los ojos. “Mi visión es un poco borrosa”, señaló.
Win Zaw Oo
Win Zaw Oo, impaciente por volver a su recóndito pueblo del centro de Birmania donde vive con sus padres y sus hermanas, llamó la atención de los médicos cuando se publicó su historia en la prensa oficial hace unos meses.
Los médicos le diagnosticaron un tumor en la hipófisis, responsable de la producción excesiva de hormonas de crecimiento.
Sin embargo, en un país con un sistema de salud arrasado por medio siglo de dictadura militar, no podía recibir los cuidados apropiados para impedir que su estado se agravara, por lo que voló hacia Singapur en agosto gracias a las donaciones.
Tras la operación de ocho horas para extirparle el tumor, Win Zaw Oo debería dejar de crecer, según los médicos.
“La operación ha sido un éxito al 100%”, aseguró Khin Maung Win, el médico que pagó gran parte de los más de 40.000 euros que cuesta la operación.
“Si no hubiese sido tratado, habría crecido aún más [...] y habría muerto. Ahora tiene una oportunidad de vivir”, añadió.
El “Gran Zaw” es ahora “un hombre normal con buena salud”, según el médico, aunque su talla continúa siendo un reto diario en un país donde la estatura media es de 1,68 m.
“Ahora todo va bien en mi cuerpo”, declaró el “Gran Zaw”, como le llaman sus amigos, el jueves a su llegada a Rangún.
El joven, al que sólo le separan 25 centímetros del hombre más alto del mundo (2,51 m), declaró que únicamente tenía un problema en los ojos. “Mi visión es un poco borrosa”, señaló.
Win Zaw Oo
Win Zaw Oo, impaciente por volver a su recóndito pueblo del centro de Birmania donde vive con sus padres y sus hermanas, llamó la atención de los médicos cuando se publicó su historia en la prensa oficial hace unos meses.
Los médicos le diagnosticaron un tumor en la hipófisis, responsable de la producción excesiva de hormonas de crecimiento.
Sin embargo, en un país con un sistema de salud arrasado por medio siglo de dictadura militar, no podía recibir los cuidados apropiados para impedir que su estado se agravara, por lo que voló hacia Singapur en agosto gracias a las donaciones.
Tras la operación de ocho horas para extirparle el tumor, Win Zaw Oo debería dejar de crecer, según los médicos.
“La operación ha sido un éxito al 100%”, aseguró Khin Maung Win, el médico que pagó gran parte de los más de 40.000 euros que cuesta la operación.
“Si no hubiese sido tratado, habría crecido aún más [...] y habría muerto. Ahora tiene una oportunidad de vivir”, añadió.
El “Gran Zaw” es ahora “un hombre normal con buena salud”, según el médico, aunque su talla continúa siendo un reto diario en un país donde la estatura media es de 1,68 m.