La conducta viene determinada por dos estructuras, la subcortical y el sistema límbico; la primera nos empuja hacia comportamientos más racionales, mientras que la segunda lo hace hacia los más instintivos, como comer y reproducirnos, básicos para que la especie sobreviva.
Cuando esas conductas se producen, se segregan en el cerebro neurotransmisores que provocan la sensación de placer, por lo que el ser humano dirige su conducta para conseguirla.
La dopamina desempeña un papel esencial. Se libera en las estructuras anteriores del sistema límbico y nos anticipa que se va a producir el placer.
“Las tres situaciones naturales que nos activan ese botón del placer son el sexo, la comida y las relaciones sociales”, asegura Rafael Maldonado.
Este circuito de recompensa, también se activa con el deporte o la meditación, y con sustancias psicoactivas que comportan un riesgo de adicción, como la heroína, la cocaína, la nicotina o el alcohol.
Cuando esas conductas se producen, se segregan en el cerebro neurotransmisores que provocan la sensación de placer, por lo que el ser humano dirige su conducta para conseguirla.
La dopamina desempeña un papel esencial. Se libera en las estructuras anteriores del sistema límbico y nos anticipa que se va a producir el placer.
“Las tres situaciones naturales que nos activan ese botón del placer son el sexo, la comida y las relaciones sociales”, asegura Rafael Maldonado.
Este circuito de recompensa, también se activa con el deporte o la meditación, y con sustancias psicoactivas que comportan un riesgo de adicción, como la heroína, la cocaína, la nicotina o el alcohol.