Las causas del por qué los pájaros carpinteros están protegidos contra las lesiones después de golpear con su pico el tronco de un árbol fueron descifradas por un equipo de científicos chinos.
Esas aves mueven su cabeza a seis metros por segundo y la fuerza de desaceleración con cada picotazo es mil veces la de la gravedad, según los autores de un estudio, de la Universidad Politécnica de Hong Kong.
La investigación, publicada en la más reciente edición de PLoS ONE, demuestra que existen tres factores protectores en el cerebro de esas aves.
Una de ellas es el hueso hioide, que se enrolla en todo el cráneo y funciona como un cinturón de seguridad, sobre todo en el impacto inicial, destacan.
Esas aves mueven su cabeza a seis metros por segundo y la fuerza de desaceleración con cada picotazo es mil veces la de la gravedad, según los autores de un estudio, de la Universidad Politécnica de Hong Kong.
La investigación, publicada en la más reciente edición de PLoS ONE, demuestra que existen tres factores protectores en el cerebro de esas aves.
Una de ellas es el hueso hioide, que se enrolla en todo el cráneo y funciona como un cinturón de seguridad, sobre todo en el impacto inicial, destacan.
Otra descrita por los investigadores es la parte superior e inferior del pico tiene longitudes diferentes.
Cuando la fuerza es transmitida desde la punta del pico hacia el hueso, la asimetría contribuye a disminuir el impacto que llega al cerebro.
Completan su hipótesis la existencia de placas o segmentos de hueso con estructura esponjosa en diferentes puntos del cráneo, que ayudan a distribuir la fuerza y protegen la masa cerebral.
Para arribar a estas conclusiones los científicos utilizaron filmaciones en cámara lenta, rayos X y simulaciones computarizadas para develar esta incógnita.
Cuando la fuerza es transmitida desde la punta del pico hacia el hueso, la asimetría contribuye a disminuir el impacto que llega al cerebro.
Completan su hipótesis la existencia de placas o segmentos de hueso con estructura esponjosa en diferentes puntos del cráneo, que ayudan a distribuir la fuerza y protegen la masa cerebral.
Para arribar a estas conclusiones los científicos utilizaron filmaciones en cámara lenta, rayos X y simulaciones computarizadas para develar esta incógnita.