Se habla tanto de la infidelidad masculina y conocemos a tantas mujeres con parejas infieles que creemos que casi ningún hombre es fiel. Sospechamos hasta de los hombres que lucen “demasiado” buenos y viven dedicados a sus familias. Las solteras suspiran pensando que nunca van a encontrar a un “hombre bueno”, es decir, fiel.
¡Buenas noticias! El 78% de los hombres es fiel a su cónyuge. No más del 22% de los hombres le ha sido infiel a su esposa y solo 1 en 20 le es infiel sobre una base anual, de acuerdo a un estudio conducido por el National Opinion Research Center de la Universidad de Chicago. Si un esposo llama para decir que tiene que trabajar hasta tarde, es cierto en el 95% de los casos.
Queremos creer que las únicas razones que tienen los hombres para ser fieles es que adoran a su esposa como el primer día, se sienten muy felices y piensan que la infidelidad es moralmente inaceptable. Puede ser cierto; existen hombres así. Pero hay muchas razones para la fidelidad inquebrantable de esa mayoría fiel del 78% de los hombres:
1. Los hombres son perezosos. Desde los más célebres y ricos hasta los más comunes, les gusta tirarse en el sofá a ver los juegos y beber cerveza, en la comodidad de su casa. El romance, en contraste, requiere trabajo intenso como ducharse, afeitarse, vestirse bien, comprar flores, ir al cine, leer un libro para impresionar, dárselas de conversador (cuando prefieren no hablar), viajar, hacer reservaciones para cenar, reservar un cuarto en un hotel o coordinar el lugar de encuentro con su amante. Toda esa energía durante un tiempo prolongado les destroza el sistema nervioso y los agota física y mentalmente. También los hace cometer errores que los delatan. El relajamiento y la autenticidad que han logrado en su hogar es más cómodo para ellos.
2. Algunos hombres son terriblemente feos. Las mujeres juran que la apariencia no es tan importante y que se casarían con un hombre feo si él fuera inteligente o rico. Eso no es tan real y el hombre feo lo sabe. Si consiguió a una mujer que lo mirara y accediera a pasar junto a él toda la vida, no se quiere arriesgar a perderla por una infidelidad.
3. Muchos hombres casados son tacaños y las aventuras extramaritales cuestan dinero. Por barato que salga, hay que pagar cenas, flores, chocolates, boletos de cine o teatro, regalos o antojos para conquistar a la otra. Una aventura prolongada los puede llevar a la bancarrota, no solo de dinero, sino de excusas. Si los descubren, el desliz los lleva a la bancarrota matrimonial y el desastre financiero que conlleva un divorcio. Prefieren seguir invirtiendo en la relación donde están.
4. Lo creas o no, a los hombres les da miedo que los descubran en la infidelidad. De acuerdo con una encuesta Gallup, solo el 6% de los americanos ve la infidelidad como aceptable. El 64% dice que es una ofensa imperdonable. Tal vez muchos hombres serían infieles si pensaran que se pueden salir con la suya, pero saben que van a ser descubiertos porque son olvidadizos, torpes, desorganizados, despistados y se delatan a sí mismos. Contestan con monosílabos muchas llamadas misteriosas, no hablan por teléfono delante de la esposa, se les escucha hablando misteriosamente en el baño, se ponen nerviosos cuando suena el teléfono, guardan el celular como un tesoro, olvidan borrar llamadas, salen de la casa de repente, o se tardan demasiado echando gasolina o lavando el carro. Quieren la aventura, pero no están dispuestos a pagar el precio. Por eso no quieren ser descubiertos y se mantienen lejos de la tentación. Ojo: cuando buscan que los descubran, el matrimonio está en peligro.
5. Las aventuras consumen tiempo. El día no tiene suficientes horas para dedicar al matrimonio y a la otra. A la larga, la otra se convierte en otro trabajo extenuante.
6. A un hombre aburrido no se le pega nadie y él lo sabe. Un hombre que consigue casarse con una mujer capaz de escucharle sus aburridas conversaciones sobre finanzas, la bolsa de valores, investigaciones científicas, o su tema preferido que habla hasta el cansancio, sabe que no tiene muchas posibilidades de encontrar a otra que lo soporte. No se arriesga a perder la que tiene.
7. Muchos hombres saben que no son buenos infieles y piensan que tienen demasiado qué perder por un flirteo que se puede complicar por no saberlo manejar. En su ignorancia, podrían caer presas de alguna otra que sepa más que ellos y los haga perder el control de la relación. Escogen mantenerse a salvo.
8. Algunos hombres tienen ocupaciones o profesiones difíciles para que una familia se adapte. Una vez consiguen una compañera junto a quien desarrollan el estilo de vida de acuerdo a sus necesidades, no tienen el tiempo ni les interesa arriesgarse a ser infieles.
9. Otros hombres han logrado, junto a su esposa, una vida financieramente estable e incluso abundante. Conocen la matemática del 50%-50%, pensiones alimentarias y manutención conyugal de un divorcio. Deciden mantenerse bien lejos de los flirteos para evitar complicaciones… y divisiones.
¡Buenas noticias! El 78% de los hombres es fiel a su cónyuge. No más del 22% de los hombres le ha sido infiel a su esposa y solo 1 en 20 le es infiel sobre una base anual, de acuerdo a un estudio conducido por el National Opinion Research Center de la Universidad de Chicago. Si un esposo llama para decir que tiene que trabajar hasta tarde, es cierto en el 95% de los casos.
Queremos creer que las únicas razones que tienen los hombres para ser fieles es que adoran a su esposa como el primer día, se sienten muy felices y piensan que la infidelidad es moralmente inaceptable. Puede ser cierto; existen hombres así. Pero hay muchas razones para la fidelidad inquebrantable de esa mayoría fiel del 78% de los hombres:
1. Los hombres son perezosos. Desde los más célebres y ricos hasta los más comunes, les gusta tirarse en el sofá a ver los juegos y beber cerveza, en la comodidad de su casa. El romance, en contraste, requiere trabajo intenso como ducharse, afeitarse, vestirse bien, comprar flores, ir al cine, leer un libro para impresionar, dárselas de conversador (cuando prefieren no hablar), viajar, hacer reservaciones para cenar, reservar un cuarto en un hotel o coordinar el lugar de encuentro con su amante. Toda esa energía durante un tiempo prolongado les destroza el sistema nervioso y los agota física y mentalmente. También los hace cometer errores que los delatan. El relajamiento y la autenticidad que han logrado en su hogar es más cómodo para ellos.
2. Algunos hombres son terriblemente feos. Las mujeres juran que la apariencia no es tan importante y que se casarían con un hombre feo si él fuera inteligente o rico. Eso no es tan real y el hombre feo lo sabe. Si consiguió a una mujer que lo mirara y accediera a pasar junto a él toda la vida, no se quiere arriesgar a perderla por una infidelidad.
3. Muchos hombres casados son tacaños y las aventuras extramaritales cuestan dinero. Por barato que salga, hay que pagar cenas, flores, chocolates, boletos de cine o teatro, regalos o antojos para conquistar a la otra. Una aventura prolongada los puede llevar a la bancarrota, no solo de dinero, sino de excusas. Si los descubren, el desliz los lleva a la bancarrota matrimonial y el desastre financiero que conlleva un divorcio. Prefieren seguir invirtiendo en la relación donde están.
4. Lo creas o no, a los hombres les da miedo que los descubran en la infidelidad. De acuerdo con una encuesta Gallup, solo el 6% de los americanos ve la infidelidad como aceptable. El 64% dice que es una ofensa imperdonable. Tal vez muchos hombres serían infieles si pensaran que se pueden salir con la suya, pero saben que van a ser descubiertos porque son olvidadizos, torpes, desorganizados, despistados y se delatan a sí mismos. Contestan con monosílabos muchas llamadas misteriosas, no hablan por teléfono delante de la esposa, se les escucha hablando misteriosamente en el baño, se ponen nerviosos cuando suena el teléfono, guardan el celular como un tesoro, olvidan borrar llamadas, salen de la casa de repente, o se tardan demasiado echando gasolina o lavando el carro. Quieren la aventura, pero no están dispuestos a pagar el precio. Por eso no quieren ser descubiertos y se mantienen lejos de la tentación. Ojo: cuando buscan que los descubran, el matrimonio está en peligro.
5. Las aventuras consumen tiempo. El día no tiene suficientes horas para dedicar al matrimonio y a la otra. A la larga, la otra se convierte en otro trabajo extenuante.
6. A un hombre aburrido no se le pega nadie y él lo sabe. Un hombre que consigue casarse con una mujer capaz de escucharle sus aburridas conversaciones sobre finanzas, la bolsa de valores, investigaciones científicas, o su tema preferido que habla hasta el cansancio, sabe que no tiene muchas posibilidades de encontrar a otra que lo soporte. No se arriesga a perder la que tiene.
7. Muchos hombres saben que no son buenos infieles y piensan que tienen demasiado qué perder por un flirteo que se puede complicar por no saberlo manejar. En su ignorancia, podrían caer presas de alguna otra que sepa más que ellos y los haga perder el control de la relación. Escogen mantenerse a salvo.
8. Algunos hombres tienen ocupaciones o profesiones difíciles para que una familia se adapte. Una vez consiguen una compañera junto a quien desarrollan el estilo de vida de acuerdo a sus necesidades, no tienen el tiempo ni les interesa arriesgarse a ser infieles.
9. Otros hombres han logrado, junto a su esposa, una vida financieramente estable e incluso abundante. Conocen la matemática del 50%-50%, pensiones alimentarias y manutención conyugal de un divorcio. Deciden mantenerse bien lejos de los flirteos para evitar complicaciones… y divisiones.