Barbara Piasecka Johnson, que en 1983 heredó la fortuna de Johnson & Johnson, el imperio de productos farmaceúticos, murió esta semana en su natal Polonia a los 76 años.
La tercera esposa de J. Seward Johnson se enfrentó a los seis hijos de este por ser la heredera universal.
Tal como lo describe Jerry Oppenheimer en su biografía de los Johnson, “la vasta fortuna de esta dinastía fue tan tóxica como nociva para las generaciones de esta familia que dio al mundo las ‘curitas’ y el aceite de bebé”.
Y la batalla por la legalización del testamento de J. Seward Johnson, quien a último momento antes de morir decidió excluir a sus hijos de su patrimonio, ha sido calificada como “una de las más largas, costosas, horribles, espectaculares y ostentosas en la historia de Estados Unidos”.
Lo cierto es que en el momento de su muerte Barbara Piasecka ocupaba el 42º lugar en la lista de las mujeres más ricas del mundo, según la revista Forbes.
Piasecka nació en 1937 en Staniewicze, una localidad en el este de Polonia, que ahora pertenece a Bielorrusia. Era hija de un agricultor que después de la guerra decidió relocalizar a su familia en Breslavia, en el suroeste del país.
En 1968, la joven Barbara decidió salir de Polonia comunista y emigró a Estados Unidos, adonde llegó casi sin dinero (se dice que tenía US$100 en la bolsa), y sin hablar inglés.
Al poco tiempo consiguió un empleo como sirvienta en Oldwick, Nueva Jersey, en la propiedad de J. Seward Johnson y la que era entonces su segunda esposa, Esther Underwood, con quien había estado casado 32 años.
Se cuenta que J. Seward se enamoró de Piasecka de inmediato, sin importar la diferencia de 42 años de sus edades: él tenía 76 y ella 34.
En 1971, el heredero decidió dejar a su segunda esposa y madre de sus dos hijos (tenía otros cuatro hijos con su primera esposa Diana Dill) y ocho días después de obtener el divorcio se casó con Piasecka en una ceremonia a la cual ninguno de los hijos asistió.
El matrimonio duró 12 años. Seward murió de cáncer a los 87 años, no sin antes firmar un nuevo testamento en el que legaba toda su fortuna de más de US$500 millones a Piasecka, excluyendo de su testamento tanto a sus seis hijos como a un instituto de investigación oceanográfica que Johnson había fundado en Florida.
Los hijos impugnaron el testamento sobre la base de que su madrastra, a la que calificaban de cazafortunas, había utilizado amenazas y abusos para forzar a su frágil padre enfermo a firmar el nuevo testamento.
Tres años después, se llegó a un arreglo bajo el cual ella conservó US$300 millones y el resto fue dividido entre los seis hijos de Johnson, el instituto oceanográfico, impuestos y honorarios legales.
Según Jerry Oppenheimer, cuyo libro “Crazy Rich: Power, Scandal and Tragedy Inside the Johnson & Johnson Dinasty” (“Demasiado rico: poder, escándalo y tragedia en la dinastía Johnson & Johnson”) será publicado en los próximos meses, este clan puede compararse al de los Kennedy por las tragedias y escándalos que los han perseguido.
Según el autor, “los Johnson son para el aceite de bebé, hisopos y curitas, lo que los Kennedy han sido para la política: una familia real y una tragedia totalmente estadounidense”.
Leer más: BBC Mundo
La tercera esposa de J. Seward Johnson se enfrentó a los seis hijos de este por ser la heredera universal.
Tal como lo describe Jerry Oppenheimer en su biografía de los Johnson, “la vasta fortuna de esta dinastía fue tan tóxica como nociva para las generaciones de esta familia que dio al mundo las ‘curitas’ y el aceite de bebé”.
Y la batalla por la legalización del testamento de J. Seward Johnson, quien a último momento antes de morir decidió excluir a sus hijos de su patrimonio, ha sido calificada como “una de las más largas, costosas, horribles, espectaculares y ostentosas en la historia de Estados Unidos”.
Lo cierto es que en el momento de su muerte Barbara Piasecka ocupaba el 42º lugar en la lista de las mujeres más ricas del mundo, según la revista Forbes.
En 1968, la joven Barbara decidió salir de Polonia comunista y emigró a Estados Unidos, adonde llegó casi sin dinero (se dice que tenía US$100 en la bolsa), y sin hablar inglés.
Al poco tiempo consiguió un empleo como sirvienta en Oldwick, Nueva Jersey, en la propiedad de J. Seward Johnson y la que era entonces su segunda esposa, Esther Underwood, con quien había estado casado 32 años.
Se cuenta que J. Seward se enamoró de Piasecka de inmediato, sin importar la diferencia de 42 años de sus edades: él tenía 76 y ella 34.
En 1971, el heredero decidió dejar a su segunda esposa y madre de sus dos hijos (tenía otros cuatro hijos con su primera esposa Diana Dill) y ocho días después de obtener el divorcio se casó con Piasecka en una ceremonia a la cual ninguno de los hijos asistió.
El matrimonio duró 12 años. Seward murió de cáncer a los 87 años, no sin antes firmar un nuevo testamento en el que legaba toda su fortuna de más de US$500 millones a Piasecka, excluyendo de su testamento tanto a sus seis hijos como a un instituto de investigación oceanográfica que Johnson había fundado en Florida.
Los hijos impugnaron el testamento sobre la base de que su madrastra, a la que calificaban de cazafortunas, había utilizado amenazas y abusos para forzar a su frágil padre enfermo a firmar el nuevo testamento.
Tres años después, se llegó a un arreglo bajo el cual ella conservó US$300 millones y el resto fue dividido entre los seis hijos de Johnson, el instituto oceanográfico, impuestos y honorarios legales.
Según Jerry Oppenheimer, cuyo libro “Crazy Rich: Power, Scandal and Tragedy Inside the Johnson & Johnson Dinasty” (“Demasiado rico: poder, escándalo y tragedia en la dinastía Johnson & Johnson”) será publicado en los próximos meses, este clan puede compararse al de los Kennedy por las tragedias y escándalos que los han perseguido.
Según el autor, “los Johnson son para el aceite de bebé, hisopos y curitas, lo que los Kennedy han sido para la política: una familia real y una tragedia totalmente estadounidense”.
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