Consumir uno o dos vasos con agua previos a la cena navideña contribuirá a sentir una satisfacción más pronta al comer y así evitar el consumo en exceso que luego conduzca a problemas de indigestión, pesadez, acidez u otro tipo de malestar estomacal, recomendaron nutricionistas.
Slovenia Ulloa, nutricionista del Hospital Sisol de Magdalena, señaló que es importante bajar el aporte de azúcar en la alimentación, reemplazar las bebidas gaseosas o envasadas por refrescos de fruta natural con un bajo aporte de dulce.
En el caso del chocolate para taza, dijo que se puede comprar barras de cacao puro y prepararlas con baja cantidad de azúcar o con edulcorante, así como incrementar el consumo de frutas no muy dulces (melón, fresa, pera, papaya) y verduras frescas. Y complementar la alimentación siempre con actividad física diaria.
De acuerdo a la especialista, la ingesta excesiva de alimentos en estas fiestas navideñas puede ocasionar problemas gastrointestinales donde el organismo responde con diversos síntomas (dolor, ardor, pesadez, falta de aire, acidez entre otros).
Esto se debe –dijo- al consumo en exceso de grasas saturadas, azúcar refinada, harinas, carnes, purés o ensaladas con salsas ricas en mayonesa, arroz, chocolate, panetón con mantequilla, gaseosas, bebidas alcohólicas, entre otros, que en muchos casos se consumen en la misma cena navideña.
A esta perjudicial tradición se suma el hecho de desayunar o almorzar al día siguiente lo que no se consumió en la cena navideña, sin dar tiempo al organismo para que se recupere o elimine la enorme ingesta de carbohidratos, grasas y proteínas, además del alcohol del brindis.
“Hay que considerar que el metabolismo de las grasas tarda cuatro días, si no le damos descanso de esta, se acumulara en nuestra sangre trayendo problemas de dislipidemias o elevación del colesterol y triglicéridos que afectan la circulación sanguínea y al corazón”, indicó.
Ulloa advirtió que en la cena navideña se puede llegar a consumir alrededor de 3,000 calorías, lo que representa el doble del consumo promedio de una persona adulta.
“El exceso de esas calorías se van a almacenar en el organismo y van a traer como consecuencias exceso de peso, aumento de grasas y azúcar en sangre y con ello las enfermedades relacionadas al exceso de peso, como la diabetes tipo 2 y la hipertensión”, aseguró.
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Slovenia Ulloa, nutricionista del Hospital Sisol de Magdalena, señaló que es importante bajar el aporte de azúcar en la alimentación, reemplazar las bebidas gaseosas o envasadas por refrescos de fruta natural con un bajo aporte de dulce.
En el caso del chocolate para taza, dijo que se puede comprar barras de cacao puro y prepararlas con baja cantidad de azúcar o con edulcorante, así como incrementar el consumo de frutas no muy dulces (melón, fresa, pera, papaya) y verduras frescas. Y complementar la alimentación siempre con actividad física diaria.
De acuerdo a la especialista, la ingesta excesiva de alimentos en estas fiestas navideñas puede ocasionar problemas gastrointestinales donde el organismo responde con diversos síntomas (dolor, ardor, pesadez, falta de aire, acidez entre otros).
Esto se debe –dijo- al consumo en exceso de grasas saturadas, azúcar refinada, harinas, carnes, purés o ensaladas con salsas ricas en mayonesa, arroz, chocolate, panetón con mantequilla, gaseosas, bebidas alcohólicas, entre otros, que en muchos casos se consumen en la misma cena navideña.
A esta perjudicial tradición se suma el hecho de desayunar o almorzar al día siguiente lo que no se consumió en la cena navideña, sin dar tiempo al organismo para que se recupere o elimine la enorme ingesta de carbohidratos, grasas y proteínas, además del alcohol del brindis.
“Hay que considerar que el metabolismo de las grasas tarda cuatro días, si no le damos descanso de esta, se acumulara en nuestra sangre trayendo problemas de dislipidemias o elevación del colesterol y triglicéridos que afectan la circulación sanguínea y al corazón”, indicó.
Ulloa advirtió que en la cena navideña se puede llegar a consumir alrededor de 3,000 calorías, lo que representa el doble del consumo promedio de una persona adulta.
“El exceso de esas calorías se van a almacenar en el organismo y van a traer como consecuencias exceso de peso, aumento de grasas y azúcar en sangre y con ello las enfermedades relacionadas al exceso de peso, como la diabetes tipo 2 y la hipertensión”, aseguró.
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