Presentarse a la elección presidencial india ha sido la solución que ha pensado Santosh Kumar Singh, un cocinero de 32 años, para demostrarle a las autoridades indias que continúa vivo, tras ser declarado muerto hace nueve años.
Singh, que protesta estos días en el "manifestódromo" delhí de Jantar Mantar, lleva años luchando sin éxito contra la administración para que revoque su acta de defunción,emitida en 2003 a instancias de unos familiares.
"Hubo gente -cuenta a Efe este hombre ligero y barbado, cocinero de profesión- que me dijo que cometiera un crimen para que se note que estoy vivo, pero prefiero usar un camino correcto en el momento apropiado".
Singh, que protesta estos días en el "manifestódromo" delhí de Jantar Mantar, lleva años luchando sin éxito contra la administración para que revoque su acta de defunción,emitida en 2003 a instancias de unos familiares.
"Hubo gente -cuenta a Efe este hombre ligero y barbado, cocinero de profesión- que me dijo que cometiera un crimen para que se note que estoy vivo, pero prefiero usar un camino correcto en el momento apropiado".
La desventura del sorprendente candidato comenzó con la llegada a su pueblo (Chitawni, en la región norteña de Uttar Pradesh) de un equipo de rodaje a las órdenes del actor Nana Patekar, y Singh, huérfano desde niño, logró que este le contratara como cocinero.
Singh se marchó a Bombay con Patekar y allí se casó con una mujer de casta intocable con la que tuvo un hijo, pero a su vuelta al pueblo, en el año 2003, descubrió que unos tíos y primos habían denunciado su desaparición y simulado sus rituales funerarios.
Aunque la discriminación por casta está prohibida en la India, en muchas zonas rurales casarse con una persona "intocable", el más bajo grupo de la escala social hindú, sigue considerándose un deshonor y lleva aparejada la pérdida del propio estatus.
A Singh, romper con el tabú de casta le supuso además perder doce acres de tierra que pasaron a manos de sus familiares cuando fue emitida su acta de defunción.
"Fui declarado muerto. Cuando me quejé a la administración, me dijeron que (con las tierras) había demasiado dinero en juego y que era mejor que me marchara y viviera mi vida", comenta Singh, que denuncia haber recibido palizas por parte de los funcionarios.
La India celebrará su elección presidencial el próximo mes de julio, pero se trata de una votación parlamentaria en la que el candidato gubernamental, Pranab Mukherjee, parte con ventaja, y Singh no tiene posibilidades de resultar elegido.
Pero su método de protesta, presentarse a presidente, se le ocurrió tras constatar que la lucha en la justicia, una brega diaria por los tribunales durante los últimos años, le resultaba demasiado cara y amenazaba la propia manutención de su familia.
Singh se marchó a Bombay con Patekar y allí se casó con una mujer de casta intocable con la que tuvo un hijo, pero a su vuelta al pueblo, en el año 2003, descubrió que unos tíos y primos habían denunciado su desaparición y simulado sus rituales funerarios.
Aunque la discriminación por casta está prohibida en la India, en muchas zonas rurales casarse con una persona "intocable", el más bajo grupo de la escala social hindú, sigue considerándose un deshonor y lleva aparejada la pérdida del propio estatus.
A Singh, romper con el tabú de casta le supuso además perder doce acres de tierra que pasaron a manos de sus familiares cuando fue emitida su acta de defunción.
"Fui declarado muerto. Cuando me quejé a la administración, me dijeron que (con las tierras) había demasiado dinero en juego y que era mejor que me marchara y viviera mi vida", comenta Singh, que denuncia haber recibido palizas por parte de los funcionarios.
La India celebrará su elección presidencial el próximo mes de julio, pero se trata de una votación parlamentaria en la que el candidato gubernamental, Pranab Mukherjee, parte con ventaja, y Singh no tiene posibilidades de resultar elegido.
Pero su método de protesta, presentarse a presidente, se le ocurrió tras constatar que la lucha en la justicia, una brega diaria por los tribunales durante los últimos años, le resultaba demasiado cara y amenazaba la propia manutención de su familia.
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