Los padres que maltratan física o psicológicamente a sus hijos no han aprendido a controlar sus impulsos en su infancia y adolescencia, advirtió la especialista del Ministerio de la Mujer, María del Carmen Santiago, al sugerir que esos progenitores busquen ayuda psicológica.
Santiago Bailetti explicó que las agresiones de padres a hijos revelan situaciones de violencia sufridas por los propios progenitores en sus hogares o en su entorno, lo cual, dijo, no debe ser una justificación para continuar con la cadena de violencia.
“Detrás de algún episodio de maltrato materno o paterno a los niños están los progenitores que recuerdan a sus madres víctimas de violencia. Eso luego lo repiten en sus hogares”, comentó la directora del Programa de Niños, Niñas y Adolescentes del referido ministerio.
Santiago Bailetti explicó que las agresiones de padres a hijos revelan situaciones de violencia sufridas por los propios progenitores en sus hogares o en su entorno, lo cual, dijo, no debe ser una justificación para continuar con la cadena de violencia.
“Detrás de algún episodio de maltrato materno o paterno a los niños están los progenitores que recuerdan a sus madres víctimas de violencia. Eso luego lo repiten en sus hogares”, comentó la directora del Programa de Niños, Niñas y Adolescentes del referido ministerio.
La especialista recordó que el empleo de la violencia física y psicológica no genera ningún aprendizaje en los menores sino, por el contrario, les impide desarrollar algunas capacidades como el autocontrol en situaciones adversas o de tensión.
Explicó que antes de maltratar a los hijos por haber cometido alguna falta o travesura, los padres deben entender que los niños adoptan distintos comportamiento porque observan la realidad desde una perspectiva diferente a la suya y se encuentran en pleno proceso de exploración y desarrollo.
Al sostener que los padres son los responsables de acompañar a los hijos en dicho proceso, la especialista aclaró que el descontrol de las emociones puede ser tratada aún cuando se presente en adultos, siempre y cuando reconozcan el problema.
“Tienen que buscar ayuda profesional para impedir que las situaciones de violencia en su hogar se sigan repitiendo. El Estado ofrece muchos servicios de asesoría a los padres y prevención de violencia, como los Centros de Emergencia Mujer (CEM) y las Defensorías de Niños y Adolescentes”, añadió.
Maria del Carmen Santiago explicó que enfrentar ese problema con especialistas desde el primer momento de haberlo reconocido es muy importante porque las huellas de la violencia, una vez consumada en los menores, son imborrables.
Si bien la legislación peruana establece sanciones para quienes maltraten a los menores, la funcionaria señaló que el Código de los Niños y Adolescentes faculta a los padres a aplicar medidas correctivas "moderadas" en sus hijos, lo cual, según consideró, deja un campo abierto a la violencia.
Para acabar con esas situaciones, Santiago mencionó que la ministra de la Mujer, Ana Jara, está presentando en el Consejo de Ministros una iniciativa legislativa que establece la prohibición del uso de la violencia física y psicológica en los niños, así provenga de sus padres, con las consecuentes sanciones.
La propuesta -que pasaría al Congreso de la República para su discusión- implicaría la modificación de los artículos 16 y 74 del referido código.
Al referirse al padre que quemó a su menor hija con una cuchara caliente en distintas partes de su cuerpo porque ésta rompió un plato, la especialista del Ministerio de la Mujer señaló que esas agresiones pueden ser sancionadas con cárcel efectiva de hasta 10 años.
Detalló que las lesiones leves, que implican una atención médica por un periodo menor a 10 días, son castigadas con penas de entre 3 a 6 años de cárcel; mientras que las lesiones graves, que requieren mayor atención, son sancionadas con penas de entre 5 a 10 años.
Si la agresión proviene de un familiar con vínculo sanguíneo directo como los padres, la sanción estará entre las más severas, puesto que esa condición de familiar cercano es considerada como un agravante, refirió la especialista.
Explicó que antes de maltratar a los hijos por haber cometido alguna falta o travesura, los padres deben entender que los niños adoptan distintos comportamiento porque observan la realidad desde una perspectiva diferente a la suya y se encuentran en pleno proceso de exploración y desarrollo.
Al sostener que los padres son los responsables de acompañar a los hijos en dicho proceso, la especialista aclaró que el descontrol de las emociones puede ser tratada aún cuando se presente en adultos, siempre y cuando reconozcan el problema.
“Tienen que buscar ayuda profesional para impedir que las situaciones de violencia en su hogar se sigan repitiendo. El Estado ofrece muchos servicios de asesoría a los padres y prevención de violencia, como los Centros de Emergencia Mujer (CEM) y las Defensorías de Niños y Adolescentes”, añadió.
Maria del Carmen Santiago explicó que enfrentar ese problema con especialistas desde el primer momento de haberlo reconocido es muy importante porque las huellas de la violencia, una vez consumada en los menores, son imborrables.
Si bien la legislación peruana establece sanciones para quienes maltraten a los menores, la funcionaria señaló que el Código de los Niños y Adolescentes faculta a los padres a aplicar medidas correctivas "moderadas" en sus hijos, lo cual, según consideró, deja un campo abierto a la violencia.
Para acabar con esas situaciones, Santiago mencionó que la ministra de la Mujer, Ana Jara, está presentando en el Consejo de Ministros una iniciativa legislativa que establece la prohibición del uso de la violencia física y psicológica en los niños, así provenga de sus padres, con las consecuentes sanciones.
La propuesta -que pasaría al Congreso de la República para su discusión- implicaría la modificación de los artículos 16 y 74 del referido código.
Al referirse al padre que quemó a su menor hija con una cuchara caliente en distintas partes de su cuerpo porque ésta rompió un plato, la especialista del Ministerio de la Mujer señaló que esas agresiones pueden ser sancionadas con cárcel efectiva de hasta 10 años.
Detalló que las lesiones leves, que implican una atención médica por un periodo menor a 10 días, son castigadas con penas de entre 3 a 6 años de cárcel; mientras que las lesiones graves, que requieren mayor atención, son sancionadas con penas de entre 5 a 10 años.
Si la agresión proviene de un familiar con vínculo sanguíneo directo como los padres, la sanción estará entre las más severas, puesto que esa condición de familiar cercano es considerada como un agravante, refirió la especialista.