Esta carta es para ti mi querid@ amig@ que a mi vida llegaste cuando más sol@ y triste me encontraba. Me sentía muy necesitad@ de un cariño sincero y desinteresado, el cual tú has brindado incondicionalmente.
Me has enseñado que tu riqueza no está en los bienes que posees, sino en la pureza de tu alma. Sé que estás llena de defectos, pero eso es algo que te hace más auténtica, pues sólo los que te aman de verdad son capaces de ver en ti lo que eres para mí, mi compañer@ de lágrimas y sobre todo de tantas alegrías.
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Me has enseñado que tu riqueza no está en los bienes que posees, sino en la pureza de tu alma. Sé que estás llena de defectos, pero eso es algo que te hace más auténtica, pues sólo los que te aman de verdad son capaces de ver en ti lo que eres para mí, mi compañer@ de lágrimas y sobre todo de tantas alegrías.
Hoy quiero darte las gracias, porque gracias a ti he conocido el verdadero significado de la amistad, y sé que si bien no nos une un lazo de sangre, tú para mí, eres herman@, cómplice y confidente.
Amig@, dicen que las amistades verdaderas perduran por siempre, ojalá tengamos la dicha de comprobarlo.
¡Gracias por ser mi amig@!
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