¿Qué mejor cuando uno no se encuentra bien que quedarse en cama y comerse una sopa para sentirse mejor?
Eso es lo que hacían nuestros abuelos, los abuelos de nuestros abuelos y decenas de generaciones antes que ellos.
Ya en el siglo XII, los médicos recomendaban sopa de pollo -conocida como la "penicilina judía"- para combatir la gripe. El instinto de los médicos de antaño era correcto: es cierto que este alimento actúa como antiinflamatorio en los pacientes con gripe.
Eso es lo que hacían nuestros abuelos, los abuelos de nuestros abuelos y decenas de generaciones antes que ellos.
Ya en el siglo XII, los médicos recomendaban sopa de pollo -conocida como la "penicilina judía"- para combatir la gripe. El instinto de los médicos de antaño era correcto: es cierto que este alimento actúa como antiinflamatorio en los pacientes con gripe.
El mismo consejo era impartido en el siglo XVI, donde el sentido común recomendaba darle a los enfermos "comida liviana, nutritiva, restauradora y de fácil digestión".
Desde el punto de vista de la nutrición, los beneficios son obvios: una buena sopa nos permite digerir los nutrientes que necesitamos, sobre todo si estamos mal.
Desde el punto de vista de la nutrición, los beneficios son obvios: una buena sopa nos permite digerir los nutrientes que necesitamos, sobre todo si estamos mal.