Pequeños escuadrones de jóvenes pilotos voluntarios se lanzaron con sus zeros en picada mortal sobre los barcos norteamericanos. Cerca de 5.000 pilotos murieron en esta trágica acción.
Tras la conclusión del conflicto, el ejército norteamericano realizó una investigación para determinar si los temerarios pilotos kamikazes habían sido obligados a actuar de forma suicida. El resultado sorpresivo de esta pesquisa oficial fue que los jóvenes pilotos eran voluntarios. Nadie los obligó a su acción final.