En Armenia obligan a los niños a partir de los 6 años a jugar al ajedrez. Las autoridades gastan US$1.5 millones para enseñárselo a todos sus pequeños.
El país tiene muchas razones para creer en el ajedrez. Tratan a los grandes maestros como estrellas del deporte, los campeonatos se muestran en tableros gigantes en las ciudades y las victorias se celebran con una especie de frenesí que la mayoría de los países de reserva para el fútbol.
El ajedrez es nada menos que una obsesión nacional.
Puede que sólo sea una población de 3,2 millones de habitantes, pero Armenia regularmente bate a potencias como Rusia, China y Estados Unidos y su equipo nacional ganó el oro en las Olimpiadas Internacionales de Ajedrez en 2006 y 2008.
Por si fuera poco, el presidente de Armenia, Serge Sarkisian, ha sido reelegido como presidente de la Federación Armenia de Ajedrez.
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